miércoles, 1 de julio de 2009

Filosofía, Economía, AED y Gripe Porcina (I)

No es que de repente la letra de Cambalache se haya hecho carne de este blog (aunque su lectura sigue teniendo una dolorosa actualidad). Por el contrario, la gripe porcina permite un enfoque desde perspectivas diferentes, que incluyen ciertamente los topicos del título.
El tema es un poco largo para una entrada única, así que en esta oportunidad me limitaré a algunas consideraciones filosóficas sobre el tema, desde el ángulo de la actuación estatal, libertades individuales y sus límites.
Las medidas que se toman (suspensión de clases) y las que no se toman (suspensión de espectáculos o reuniones de concurrencia masiva, etc.), parecen estar justificándose en una suerte de respeto a las libertades individuales, o rechazo del paternalismo, de modo que lo que es obligatorio (asistencia escolar) deja de serlo, y lo que es optativo, se deja al arbitrio individual. Curioso es que este argumento, desde cualquier posición filosófica que respete las libertades individuales, es claramente insostenible. Recordemos la visión, para algunos extrema y superada, pero que para el tema nos sirve de John Stuart Mill en su ensayo Sobre la Libertad: "La única finalidad por la cual el poder puede ser ejercido sobre un miembro es evitar que perjudique a los demás. Nadie puede ser obligado a realizar o no realizar determinados actos ni aunque así fuese la opinión de los demás" .
No se necesita ser Kant para comprender que en el tema de la Gripe Porcina, el problema no es la libertad individual ("quien quiera que se enferme"), sino los efectos sobre terceros (contagio).
Así, no puede el Estado desentenderse del tema, pasando su responsabilidad indelegable a los ciudadanos, para que estos juzgen y actúen según sus intereses.
Ello no implica conclusión concreta sobre qué debe hacerse (y cuando). Es admisible que el Estado diga "siga siga", si no se cuenta con información suficiente que justifique otro temperamento. Pero suponer que ello pueda explicarse por el respeto a las libertades individuales, es, sencillamente, una estupidez.
Ahora bien, ¿cómo y con qué criterios se toman decisiones en situaciones de este tipo? Ese será el tema de una siguiente entrada, donde revisemos algunas consideraciones económicas que -nos guste o no- son una parte central de la explicación de decisiones que se han tomado en situaciones con algún grado de analogía. Y allí podremos ver "en acción" alguna aproximación del AED a este tema.

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